Licenciada en Filosofía y Ciencias de la Educación (Sección Psicología). Tiene un Máster en Gestión de la Calidad, Medio Ambiente y Salud Laboral. Es experta universitaria en Dirección de Sistemas de Información, así como evaluadora de EFQM (European Foundation for Quality Management). Amparo Mañés (@amparo_manes) comenzó su actividad profesional en la Universitat de València en 1975. Desde entonces, ha desempeñado diferentes cargos de responsabilidad hasta que en 2015 fue nombrada directora de la Unitat d’Igualtat, que sigue siendo su puesto actual.
¿Qué logro o acción de la Unitat d’Igualtat de la Universitat de València (UV) destacarías desde que asumiste su dirección en 2015?
Bueno, afortunadamente no hay sólo una acción destacable. Me gustaría resaltar, al menos, tres acciones muy significativas. La primera, que en abril de 2019 se aprobó el III Plan de Igualdad de la UV, con 64 acciones muy ambiciosas, pero creo que alcanzables, que pretenden generar mayores cotas de igualdad en la Universitat de València. La segunda, la creación en todos los centros universitarios de la UV y en otras instalaciones de los Espais Violeta, que no hay que confundir con Puntos Violeta, ya que los primeros son estables, implican material, descripción de recursos de ayuda a víctimas, personal de la Unitat involucrado, creación del voluntariado de apoyo (PAS, PDI y Estudiantes); mientras que los segundos son acciones coyunturales fundamentalmente vinculadas a fiestas universitarias y que también tenemos previstas. Y la tercera, la creación de los Debates La Nau de la Igualtat donde se han juntado el feminismo activista, el académico y la comunidad universitaria, abordando temas de evidente interés: prostitución, maternidades, vientres de alquiler, mujeres y religión…
Tienes una amplia trayectoria profesional vinculada a la UV. ¿Cuáles son los principales cambios en materia de igualdad que has observado desde tus inicios hasta ahora?
El principal cambio es la creciente feminización de muchas áreas universitarias y que, aunque muy poco a poco, se va “resquebrajando” el techo de cristal de las cátedras: estamos unos seis puntos porcentuales por encima de la media española. Nuestros actos de pioneras, por ejemplo, han sido cada vez más numerosos, porque cada vez se han roto más barreras que dificultaban el acceso de las mujeres a los órganos de poder universitarios. Y, para cambio, el que después de 520 años tengamos una rectora es una evolución francamente necesaria y fantástica.
¿Y qué asignaturas siguen pendientes en tu opinión?
Pues enlaza con la anterior pregunta, pero en sentido contrario. Siguen imperando en muchas carreras elecciones mediadas por los estereotipos de género. Por ejemplo, sigue estando muy feminizada la carrera de magisterio y muy masculinizadas algunas de las áreas STEM, sobre todo las vinculadas a las ingenierías, pero también la física, por ejemplo. La dificultad en esta materia es que se hace precisa una colaboración con otros niveles educativos previos al universitario. Porque, cuando las alumnas y alumnos acceden a nuestra universidad, ya tienen su elección hecha. Tenemos un proyecto muy ambicioso, Girls4STEM, liderado por la profesora Silvia Rueda, que esperamos dará resultados positivos; si no a corto plazo, desde luego sí en el medio y en el largo plazo. Y el otro gran reto pendiente es, sin lugar a dudas, conseguir un modelo de conciliación corresponsable que de verdad se oriente a que pongamos la vida en el centro, también en la Universitat. Y, de paso, derribar una de las principales causas con las que se enfrentan las mujeres en el acceso y la carrera profesional.
¿Cuáles son las medidas a adoptar para que la perspectiva de género sea un valor inherente y transversal en el ámbito universitario?
Las estamos poniendo en marcha hace ya varios años. En investigación, desde la Unitat d’Igualtat hemos impulsado un curso de Incorporación del Análisis de Género a la Investigación (IAGI) que, diseñado por la experta en género y catedrática de nuestra universidad, Capitolina Díaz, no sólo se imparte para PDI y estudiantes de doctorado en la UV, sino que lo hemos exportado a numerosas universidades españolas y latinoamericanas. Y también se ha impartido a grupos de investigación internacionales que precisaban formarse en género para poder incorporar esa perspectiva a proyectos concretos. En docencia, a raíz de la publicación de las guías de la Xarxa Vives, que agrupa a las universidades de habla catalana, este curso académico hemos impulsado la formación de casi 300 PDI para que puedan incorporar la perspectiva de género a sus guías docentes. Y, por último, queremos impulsar que también se transversalice la perspectiva de género a la gestión universitaria. Ya se hace en algunas áreas, pero el nuevo plan contempla acciones formativas para propiciar que todas, y no sólo unas pocas como hasta ahora, las políticas de la UV deban aportar un informe de impacto de género que garantice su neutralidad y, en caso contrario, las acciones positivas que se plantean para revertir situaciones de desigualdad que perjudiquen a las mujeres de la comunidad universitaria. Pero, tanto las acciones en investigación como en docencia deben seguir en el futuro, porque la igualdad se aprende, pero se puede desaprender muy rápidamente. Mientras la coeducación no cambie las cosas, debemos mantener el esfuerzo para las nuevas generaciones. Quienes estudian doctorado cambian año a año. Y, en el área docente, aunque 300 PDI es una cantidad muy respetable, no podemos olvidar que apenas representa un 7% del total de la plantilla de profesorado de nuestra institución.
Se plantea un curso 2020/2021 cuando menos peculiar tras la irrupción del coronavirus. ¿Cómo lo afrontáis desde la Unitat d’Igualtat? ¿Qué objetivos os habéis marcado y que actividades tenéis previstas?
Bueno, mientras se mantenga la situación de confinamiento más o menos estricto y, desde luego, mientras no se recupere la escolarización plena, nuestro principal reto está centrado en impulsar todas las medidas que posibiliten el trabajo, el teletrabajo, el telestudio de los hijos, su guarda y custodia segura, la atención a las personas mayores a cargo de integrantes de la comunidad universitaria, sin que en ello les vaya la vida. Hablo de conciliación, corresponsabilidad y cuidadanía. Porque si no se involucra el Estado, las instituciones, los núcleos de convivencia y todas las personas que integran cada unidad familiar, lamentablemente, esta situación repercutirá, de nuevo y como siempre, en las mujeres. Y ello puede ser un grave retroceso en nuestros derechos, nuestra calidad de vida, etc. que no nos podemos permitir. También tenemos muy presente que la violencia sexual y de pareja se mantiene e, incluso, se agrava, en situaciones de confinamiento más o menos estricto. Y que algunas formas de ejercer violencia contra las mujeres -por ejemplo, el ciberacoso– pueden intensificarse. En los próximos meses, por tanto, constituirá un objetivo prioritario para la Unitat d’Igualtat prestar todo el apoyo que necesiten las estudiantes, las profesoras, las técnicas y las administrativas de nuestra Universitat que puedan ser víctimas de estas execrables prácticas. También estamos estudiando qué actividades de las que desarrollamos (cursos, talleres, debates, etc.) podemos transformar a modalidad online mientras se mantengan las fuertes restricciones en el aforo de los actos públicos. Estos meses los medios audiovisuales han demostrado un potencial incuestionable que, sin duda, queremos aprovechar para impulsar la igualdad entre el conjunto de la comunidad universitaria.